À plus, Fernando

Contado por Mariana.

Fernando todavía anda por este lado del planeta, pero ya nos despedimos.

Paz nos invitó a su casa y amasó ñoquis. Tenía muchas ganas de cocinar para nosotros.

Nos apuramos a repasar aciertos y problemas del estreno antes de que el vinito hiciera de las suyas. También aparecieron las confesiones que no nos animábamos a hacernos antes, los miedos, las inseguridades.

Fernando nos contó que su premisa fue hacer audible el texto de Ábaco, por momentos demasiado duro. Que su intención fue generar una "escucha solidaria" en el público, creando momentos y situaciones que den respiro al espectador. La segunda presencia en escena (la que compone Paz) y la imagen que cierra la obra, tienen que ver con eso.

El trabajo con Fer fue para todos los que participamos en el proyecto una suerte de seminario intensivo de teatro. El abordaje respetuoso pero imaginativo del texto dramático, la estrategia elegida para trabajar con las actrices en tan poco tiempo, los juegos que inventó para ayudar a Ceci en la creación de su personaje, su negativa a intelectualizar demasiado, la disciplina en los ensayos, la amabilidad y el respeto en el trato con cada uno de nosotros, son enseñanzas que nos deja.

También nos quedamos con sus frañoladas, como "mimar" por "hacer mímica" y "lurdón" por "pesado", y su modo de empezar una palabra en castellano y terminarla con la pronunciación francesa ("intuición" era castellano en las dos primeras sílabas y decididamente francés al final, como en "intuition").

No queríamos despedirnos. El vino fluía como antídoto contra tanto frío. Al momento del postre, Paz nos siguió sorprendiendo: panqueques con dulce de leche. La conversación devino pavada, como tenía que ser. Se hizo la hora de los abrazos y los adioses. Chau, Fernando, gracias por tanto teatro.

Nos quedamos solas las actrices y las asistentes. Charla de chicas. Mucha risa. Era plena madrugada de un día de semana, pero corrimos los muebles y nos pusimos a bailar. Ritmos latinos, samba, reggaeton.

Con la partida de Fer, se cierra un ciclo de Ábaco y comienza otro.

Y para mí, cualquier cosa que comience haciendo espacio para bailar, promete.

Con Fer nos reencontraremos quién sabe cuándo, quién sabe dónde, y seguramente ahí también bailaremos de alegría.

Ping Pong | Paz


1. ¿Cuál fue tu primera sensación cuándo abordaste el texto?
¡Qué difícil debe ser actuar esto!, recuerdo que lo leí en el colectivo camino al trabajo, Mariana me lo paso antes de que surgiera lo de montar la obra.
La sensación en el cuerpo fue de piel de gallina y de mucha emoción. Después le di mi humilde devolución a Mariana, pasaron algunos meses y ahora estoy poniendo el cuerpo a este texto.

2. ¿Cómo fue tu rutina en este mes de vertiginoso ensayo?
Uhhhhhhhhhhh días muy largos, a veces creo que no soy yo quien sobrevivió a este mes… Por las mañanas ensayos de Ábaco, al mediodía corría para el trabajo, a las 18 hs. caminaba (ya estaba un poco más cansada) depende el día de la semana para algún ensayo de otra obra o clase de teatro o clase de canto y tipo 01:00 a casa. Es bastante agotador pero es lo que quiero hacer aunque el cuerpo se queje a veces.

3. ¿Qué descubriste más allá de la superficie del texto?
Descubrí que el dolor se puede transformar en un proceso hermoso como éste. Descubrí personas lindas y amables que hicieron que transitara tranquilamente por este tiempo de tanta exposición en donde el actor compone su personaje.

4. ¿Qué expectativas tenés con la obra?
Dejar algo en las personas que nos vayan a ver, que cuando se sienten a cenar después de la función discutan sobre la obra… eso, que no es poco, ¿no?

5. Un momento feliz del proceso...
Cuando el living de la casa de Mariana empieza a transformarse en el espacio teatral, la rutina de tapar el espejo y la tele, acomodar los sillones, la mesa y las sillas cual rompecabezas. Al mismo tiempo, Ceci y yo nos vamos a cambiar al baño, esas mini charlas, es ahí donde aparecen los miedos mientras vocalizamos o pasamos el texto con un corcho en la boca… prepararnos para hacer lo que amamos, eso para mí es un momento de felicidad.

El estreno

Sala llena.

Las actrices, encendidas.

La técnica, ajustadísima.

En la cabina la sensación era de fiesta.

En la platea, un silencio solidario, como diría Fer.

Un aplauso eterno que fue como un bálsamo.

Fer habló al final. Allá, en Francia, se estila en los estrenos.

Ábaco ya está en cartel.

Una foto del ensayo general


De espaldas, Ceci.

En la platea, Fer.

Las piernas en la escalera son de Pablo, el operador de luces de La Tertulia.

Sábado 24 de mayo, a horas del estreno.

Gacetilla de prensa | Estreno


Una muchacha cuenta. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho. Cuenta medicamentos para su abuela enferma. Cuenta los días que lleva sin noticias de ella. Cuenta la historia de esa abuela que la recibió cuando sus padres fueron desaparecidos y la cuidó a su manera.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho. Hace ocho días le dejó el pastillero con la dosis de una semana, con el anticoagulante que puede prolongar su vida, pero que también puede desangrarla.

Hace ocho días, se llevó sus fotos, sus muñecas, sus cuadernos, dejando un hueco en la casa de la abuela. Una estrategia: quitarle a la niña que fue si la abuela no acepta que ahora los roles tienen que invertirse y la muchacha es la adulta que puede hacerse cargo.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho. Un decir obsesivo que busca reponer un sentido, trazar una genealogía, comprender y perdonar. Un rosario interminable de preguntas sin respuesta, de reclamos sin atender, de recuerdos y olvidos.

Un intento de aligerar el peso de la sangre, de alivianar el trabajo del corazón. De eso trata Ábaco.

Mariana Eva Perez, como dramaturga e investigadora, viene transitando estos temas desde su producción teatral y académica. Su condición de hija de desaparecidos y sus años de militancia en el campo de la memoria han sido la cantera de la que ha tomado la materia prima para sus obras Instrucciones para un coleccionista de mariposas, La muñeca, Las secuelas, Sin voz y los monólogos testimoniales para teatroxlaidentidad Manos grandes y Mi hijo tiene ojos celestes.
Estos materiales eluden los lugares comunes en los que habitualmente caen las producciones artísticas que hablan de la historia reciente y apuntan a desmitificar a sus protagonistas.

Ábaco forma parte de esta serie.

Una experiencia: París – Buenos Aires

La puesta en escena de Ábaco parte del encuentro entre Mariana Eva Perez y Fernando Suárez, actor y director argentino, con residencia en París.

Suárez realizó en la Sorbona su Licenciatura en Artes Escénicas y un master sobre “Dramaturgias de la Memoria”, a partir de la dramaturgia de teatroxlaidentidad. Así fue como tomó contacto con la producción de Mariana.

Ábaco lo convoca a volver a la escena porteña con una propuesta vertiginosa: durante sólo un mes, trabajar con las actrices María Cecilia Belmonte y Paz Rotoni para poner la palabra en acción, para que el texto de Mariana cobre vida.

El silencio

Contado por Mariana.

Pensaba que iba a escribir inconteniblemente para este blog durante los ensayos.

Pero no.

A mí, a todos, nos ha ganado el silencio.

Nos duele la garganta, nos quedamos sin voz. O solamente se nos acaban las palabras.

O quizás los otros sí hablan entre ellos y lo difícil es hablar conmigo. Como dijo Ceci, ya sería bastante estar ensayando delante de la autora y a eso hay que agregarle este plus de la autorreferencialidad.

Para mí, todo está sucediendo en el escenario y no tengo necesidad de comentar eso que sabemos que pasa.

Pero vuelvo a casa y quisiera contarle a los míos y tampoco tengo palabras.

Y escribo esto y ahora me parece obvio: no tengo más palabras porque se las di a Ceci y a Paz, porque son de ellas ahora.

De eso se trata escribir teatro. De soltar las palabras para que otros las hagan propias.

Ensayos en Aguilar

Contado por Mariana.

Tengo una casa vieja muy grande. Antigua casa chorizo. Techos alto, pisos de madera.

Como muchos hijis.

Como muchos hijis, salí corriendo a comprarme una casa. Y como muchos hijis, siempre tuve, y sigo teniendo, problemas con mi casa.

Es demasiado grande, como si tuviera que caber en ella toda la familia que no tengo. Me queda grande. No pude construirme ni un solo rincón mío.

Tiene demasiada carga simbólica. En el patio hay un mural hecho por Munú. Munú compartió cautiverio con mi mamá en la ESMA. Ahí, mi mamá hablaba de la casa grande que se iban a comprar ella y mi papá cuando los liberaran, donde vivirían con los muchos hijos que querían tener, de los cuales yo iba a ser la mayor. Cada vez que riego las plantas, pienso en eso. Es demasiado.

La casa estaba recién comprada y en obra cuando encontré a mi hermano. Desatendí la obra y, como a muchos hijis, el contratista me cagó. Y eso que dos de los albañiles eran también hijis. De esto hace ocho años y todavía tengo puertas sin lijar y contramarcos que no pegan con los zócalos porque los originales me los arruinaron y el techo del lavadero mal hecho que se llueve.

Hasta hace poco tiempo, tenía muchos muebles prestados y objetos usados que me regalaron para que llene tanto vacío. Casi nada de todo eso me gustaba.

Pero…

Mi casa fue la sede de “La Tertulia de Aguilar”, el ciclo de teatro leído que organizamos con las compañeras del Taller de Dramaturgia de Patricia Zangaro en 2006.

Y gracias a la habitación que alquilo conocí a Simone, a Tom y a tantos más.

Y el año pasado Aguilar, como me resulta más fácil decirle, fue el escenario de la mejor fiesta de mi vida. Entre amigos y colados, más de noventa personas me desearon feliz viaje, en el mayor derroche de buena onda del que fui objeto jamás.

Me iba a Europa por tres meses a tomar contacto con gente de teatro que me interesaba. Así de vago era el propósito.

O no tanto, porque aquí estamos. Porque una de esas personas era Fernando, que hoy es el dire de Ábaco.

Y Aguilar es nuestra sala de ensayo.

Me reconcilio con esta casa demasiado grande cuando gracias a este mismo exceso puedo ensayar con compañeros para las muestras del estudio de Clau y Fabi, prestarla para un cumple, recibir a cinco parientes de Córdoba, albergar a Male para que dé sus clases de francés.

Cuando Nidia, mi inquilina colombiana, se ríe con Cristóbal, su amigo mexicano, en el comedor, yo, que no los conozco, también sonrío desde la cocina.

Cuando Ceci y Paz ocupan sus lugares en el estar vacío y se concentran, cuando Ceci da un par de pasos y se ubica y empezamos, en ese segundo en el que de pronto el estar se transforma en escenario, me reconcilio.

Y mi decidido anhelo de mudarme a un lugar más pequeño, más impersonal incluso, se diluye en una incertidumbre con la que no sé lidiar bien.

Pero lo que sí es cierto es que en Aguilar crece Ábaco día a día.

Que ya Paz no me pregunta si abre la puerta cuando suena el timbre: va hacia las llaves, se equivoca y toma otra, pero ya no pregunta. Que tampoco nadie pregunta si el baño esto o si el mate lo otro. Que ya otros reconocen las últimas luces del día dentro de la casa.

Entre las muchas cosas inciertas que hay en mi vida, se destaca esta certidumbre de que los ensayos de Ábaco en casa tienen destino de recuerdo feliz.

Acabo de escribir “casa” y no “Aguilar”. Y así lo dejo.

Acerca de las actrices

María Cecilia Belmonte
Actriz y bailarina. Durante diez años, en su Tierra del Fuego natal, cursó estudios de danzas clásicas, jazz y flamenco. Ya afincada en Buenos Aires, comienza su investigación en torno al teatro. Cursa estudios con Alicia Bruzzo y profundiza su formación con Claudio Quinteros y Fabiana Mozota.
Desde el 2000, participa como actriz en la Obra El Herrero y el Diablo, presentada en el “Festival de Teatro del Cono Sur Chileno - Argentino”, en la Ópera La Traviata, en el ciclo de monólogos Miradas. Actualmente ensaya para la reposición de La Venus de las Pieles, sobre textos de Leopold von Sacher-Masoch, con dirección de Claudio Quinteros.



Paz Rotoni
Comienza su formación actoral con Maria Inés Sancerni. Paralelamente, realiza cursos de entrenamiento corporal en el IUNA y canto con Karina Antonelli y Nora Pessolano.
Actualmente continúa su formación con Claudio Quinteros y Fabiana Mozota.
En teatro, participó de la obra Miradas, El Mecanismo de Kilby y La Venus de las Pieles, esta última con dirección de Claudio Quinteros. Se encuentra ensayando Nuestros Padres, bajo la dirección de Nayla Posse.

Acerca del director

Fernando Suárez

Comienza su formación artística en Buenos Aires. Es egresado de la escuela de Arte Dramático de Alejandra Boero y cuenta con una formación en canto, danza contemporánea y artes plásticas. Actúa en obras de repertorio clásico (Lorca, Shakespeare, Chejov) como contemporáneo (Arlt, Copi, Coward) y en creaciones diversas, en particular con Mónica Cabrera en el Centro Cultural Recoleta.
En 1999 participa del Festival de Tango en Paris y decide instalarse en Paris. Allí integra la célebre escuela de teatro “Cours Florent”. En la universidad de la Sorbona, obtiene la Licencia Profesional en artes escénicas y el Master sobre “Dramaturgias de la Memoria”, trabajo basado sobre la dramaturgia de teatroxlaidentidad.
En Francia actúa en diversas creaciones teatrales como por ejemplo: María Sangrienta, basada en Maria Tudor de Victor Hugo; La Mueca, de E. Pavlovsky (puesta de lectura en el Théâtre de la Cité Internationale); Melita, de Pierre Corneille (Théâtre 13).
Atraído por la dirección, crea en 2003 la Compañía de Teatro Plott, con la que dirige su primera creación Entre París y Buenos Aires (Teatro Essaïon en Paris. Su espectáculo fue invitado para abrir el festival de verano en el Teatro Jacques Cœur de Bourges). Con Rostros sin palabra y palabras sin rostro, en 2006, da a conocer al público francés el movimiento teatral teatroxlaidentidad (Auditorio de la embajada argentina en Paris). Aoï, de Yukio Mishima, su tercera puesta, fue presentada en el Teatro ‘Le Proscénium’, en Paris, 2007.

Acerca de la dramaturga


Mariana Eva Perez

Nació en la Ciudad de Buenos Aires en 1977. Es Licenciada en Ciencia Política y ha obtenido becas de la UBA y de la Fundación Antorchas para desarrollar sus investigaciones sobre memoria e identidad.
En 1990, las Abuelas de Plaza de Mayo publicaron su primer libro de poemas y prosa, Algún día…, en coautoría con Yamila Grandi. El mismo se editó en Francia bajo el título Détenu...disparu. Poèmes et contes d' Argentine et du Chili (Éditions L'Harmattan, Paris, 1993).
Para Abuelas de Plaza de Mayo compiló y corrigió diversas publicaciones. Participó desde su fundación en el ciclo teatroxlaidentidad (txi).
En 2002 escribió la obra Instrucciones para un coleccionista de mariposas para txi, que fue dirigida por Leonor Manso e interpretada por María Figueras.
Ese mismo año comenzó a participar del Taller de Dramaturgia de Patricia Zangaro, ámbito desde el cual escribió para txi los monólogos testimoniales Manos grandes y Mi hijo tiene ojos celestes, y textos teatrales inspirados en historias de vida de desaparecidos, reconstruidas por el Proyecto de Investigación del Archivo Biográfico Familiar de Abuelas de Plaza de Mayo.
En 2003 estrenó La muñeca y Cerrar la puerta, en el marco del espectáculo Fragmentos. La muñeca participó en distintos festivales teatrales en Bolivia y fue reestrenada en Buenos Aires en txi 2004.
Las obras de txi participaron de las diferentes ediciones españolas del ciclo y fueron publicadas en Teatro x la Identidad. Obras de teatro de los Ciclos 2002 y 2004 (Ed. Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología y Abuelas de Plaza de Mayo, Buenos Aires, 2005).
Instrucciones… fue traducida al francés y representada en el Festival Voix de Femmes, Bruselas, en 2005, con dirección de Rubens Correa. Fue repuesta en txi 2005 y en 2006 integró txi Itinerante.
Durante 2006, produjo el ciclo de teatro leído “La Tertulia de Aguilar”. Allí se realizaron lecturas de varios de sus textos, entre ellos Ábaco.
Fernando Suárez incorporó su monólogo Sin voz al espectáculo Rostros sin palabra y palabras sin rostro, representado en la Embajada de Argentina en París en noviembre de 2007, con la actuación de Hernán Bonet.
Su obra Peaje se ensaya actualmente con dirección de Javier Margulis y actuación de Isabel Quinteros y Mathías Carnaghi.
Sigue estudios de actuación con Claudio Quinteros y Fabiana Mozota.

La paella

Contado por Mariana.

Viernes a la noche. Cena en casa. Iván quiso cocinar para todos. Llegamos casi juntos. Menú: ¡paella! Iván ya hizo todas las compras.

Male también llega temprano, pero al ver los calamares enteros, con ojos, decide salir a dar una vuelta (es vegetariana).

Iván supervisa la medida de fernet que voy sirviendo y me enseña a pelar los calamares. Charlamos sobre la renuncia del ministro, sobre la necesidad vital de hacer lo que a uno le gusta, sobre mi hermano.

Ceci y Paz llegan puntuales. Vienen de estudiar el texto juntas en un café. Me dan ganas de ser una arañita que baja del techo sobre la mesa en la que las chicas discuten el texto.

Llega Ale. Y María. Y más tarde Flor.

Paz e Iván se hacen compinches enseguida. En el patio, Ceci conversa con Ale. Descubro que María, con quien tengo una relación uno a uno, es tímida.

En una cacerola aparte se cocina el arroz con vegetales para Male. En la olla grande, desborda de promesas la paella.

Anuncio: “hoy es el último día que hablo de mi abuela”, pero no digo nada.

Sacamos la mesa del comedor al patio. Hay muchas sillas diferentes, muchos cubiertos diferentes, muchos vasos diferentes. Somos muchos.

Se arma sola una ronda de presentaciones donde cada uno cuenta su relación con el teatro… y con las mascotas. María dice: “yo soy la cabeza de oso” y habla de sus axolotes.

Yo no hablo de teatro. Ahora que lo pienso, si bien yo los convoqué a todos, no todos conocen mi historia con el teatro. Sí digo que tuve una gata que ahora vive en San Pablo y que esta noche, extraño.

Casi no hablamos de Ábaco.

Se van Paz y Ceci. Paz me hace notar que, a pesar de mi advertencia, no conté nada sobre mi abuela.

Le cuento.

Que el día que supe que íbamos a firmar el contrato con la sala, recordé de pronto cómo me llamaba mi abuela. Mi abuela murió hace dos años y medio y yo, que solía decir de mí misma que era Funes el memorioso, lo había olvidado.

Marita. Diminutivo de Mari. Diminutivo de diminutivo. “Soy la niña de las dos colitas peinada por ella”.

Así me llamaba: Mari o Marita. Marita me mataba de la dulzura. Y yo que me cuento el cuento de que mi abuela no tenía gestos cariñosos conmigo.

En un momento sólo quedamos Flor, Male, Iván y yo. Flor quiere mostrarme alguna imagen que le llamó la atención en la página web de María. Vemos varias pinturas y dibujos. También vemos su corto “La Matanza”, en un silencio total. Cuando termina les cuento que es la historia del asesinato del papá de María.

Queda sólo Male, que perdió la última lancha a su guarida en el Tigre. La primera noche de Ábaco se va perdiendo en la niebla del vino y el sueño.

Y yo me voy a la cama pensando una vez más que ya no quiero hacer nada en lo que no haya amor.