Ping Pong | Cecilia

1. ¿Cuál fue tu primera sensación cuándo abordaste el texto?
Cuando lo leí la primera vez me tomó por sorpresa. No esperaba un texto tan hermoso y desgarrador.
No me imaginaba cómo íbamos a hacer para ponerle el cuerpo a esta historia. Así que decidí entregarme al pánico. Recuerdo que imprimí el texto y escribí con lápiz, en la primera hoja: “No sé cómo voy a hacer esto”. Después, en la primera reunión con Fernando, lo borré.

2. ¿Cómo fue tu rutina en este mes de vertiginoso ensayo?
Fue extremo. Ensayo todos los días, una pausa el domingo. Además de las actividades extra: flamenco, ensayo de “La Venus…”, teatro, terapia… no hay tiempo para familia, amigos y novio.
Fue así hasta que una faringitis me impuso unos días de descanso. “Descanso” es una forma de decir. No podía hablar, pero la cabeza funcionaba a mil.

3. ¿Qué descubriste más allá de la superficie del texto?
Descubrí:
- Gente muy valiente, que escapa a la queja y lo transforma en un objeto de arte.
- Gente muy segura de su intuición, que me enseñó a confiar.
- Gente muy cálida, desinteresada y preocupada por cada detalle, que hizo que me sienta más segura.
- Una miel exquisita de la colmena de Male, que era un bálsamo para mi garganta. (Sus palabras también lo fueron).

4. ¿Qué expectativas tenés con la obra?
Me encantaría que la gente que va a ver la obra se sienta modificada y tenga la necesidad de hablar acerca de lo que vio. De la historia de este personaje y de su propia historia.

5. Un momento feliz del proceso
El abrazo con Paz, en el camarín, cuando terminó la primera función.
El reguetón del miércoles a las 3.00 a.m.